Abrazar el cambio
«Cuando nos mudamos al piso donde vivimos ahora mi familia y yo, el apartamento estaba vacío y era más grande que el anterior. Veníamos de un piso de 40 metros cuadrados y teníamos cuatro muebles. Os podéis dar una idea cómo se perdía el mobiliario en esta nueva casa, la sensación era que seguía —y estaba— completamente vacía. Eso sí, teníamos donde dormir y donde ordenar los libros.
Los primeros días estuvimos con la cabeza en todo lo nuevo vivido que no me di cuenta la sensación que llegaría unas semanas más tarde: la necesidad de ver la casa armada. Completa. Con cuadros y plantas. Quería esa casa que soñaba y la quería ya.
Suerte que mi mamá me puso el freno, desde su experiencia como arquitecta e interiorista me contuvo y me dijo que abrazara el cambio. Que viviera primero la casa y que poco a poco, a través de las rutinas y el uso de los espacios fuéramos definiendo qué muebles, qué estilo y cuáles serían los rincones favoritos.
Y así fue. Abrazamos lo vacío como una novedad. Todo podía suceder.
Gracias a centrarme en vivir los espacios, varios años después os puedo contar que tenemos una casa flexible que ha cambiado cada vez que hemos necesitado. Varios de nuestros muebles son multifuncionales y livianos que los movemos por épocas. Llegaron los niños, las plantas, la pandemia, el trabajo en remoto, el cole, las sesiones de fotos en casa, y mucho más. Los cambios de muebles nos fueron acompañando en cada uno de los nuevos rumbos. Algunos permanecen, otros están pero en distinto sitio o con una mano de pintura diferente, otros fueron reemplazados.
Vivir con menos, sin duda, es lo mejor que pude haber atesorado.»
— Victoria
Pequeñas ideas para vivir la flexibilidad del cambio de mobiliario:
- Céntrate en tu vida, no en lo que tienes.
- Ten los muebles que necesites por el tiempo que necesites. No tienen que ser “para toda a vida”.
- Tú cambias, haz que el estilo estético de tu casa te acompañe en el cambio. Juega con los accesorios y decoración para ello.
